Malabrigo, el vino soñado por José Moro

Contenido desarrollado para Bodegas Cepa 21

Un hijo va más allá de la genética, ya que la edad en que se engendra determina, siempre, o al menos en gran medida, la personalidad de la nueva criatura.

Los hijos de los padres jóvenes suelen contagiarse de la juventud de sus progenitores; son vibrantes, más alegres y confiados, con un punto de locura que comparten, posiblemente, con ellos.

Los hijos de la madurez, por el contrario, a menudo resultan más calmados y templados, más racionales y meditabundos, más dados a la reflexión.

En el mundo del vino sucede lo mismo. Los primeros suelen ser rebeldes y se gestan para conquistar a los reticentes, anhelan cambiar las cosas. Nacen del afán de rebeldía, quizá incluso del orgullo. Pero los vinos creados en la madurez son diferentes, porque expresan un momento vital distinto. Nacen desde la seguridad que ofrece la experiencia, de la reivindicación de tener las cosas claras, desde la elegancia, la calma y el sosiego. Son etiquetas más libres, más seguras de sí mismas, reflejo de sus autores.

José Moro

La historia de José Moro, presidente de Bodegas Cepa 21, con su Malabrigo es esta.

“Es la simbiosis entre un vino y su creador“
Malabrigo es un hijo de un hombre que puede reafirmarse en lo que es, en lo que cree y en el conocimiento y la experiencia que atesora. Es el vino estrella de un bodeguero de renombre, que lleva en sus espaldas el peso de la experiencia y del camino recorrido, de la sabiduría y el legado que recibió de su padre y de su abuelo.

La primera añada del vino más emblemático de Bodegas Cepa 21 vio la luz en 2009. Para su concepción, José Moro se empeñó en que solo las mejores uvas de tempranillo de su parcela Malabrigo fueran las elegidas para este vino en el que había depositado muchas esperanzas. Y no se equivocó. El terruño, arenoso-arcilloso, y las complejas condiciones climatológicas de la parcela consiguieron un vino con un carácter inigualable. En estas hectáreas, el fruto adquiere un equilibrio excepcional que, en bodega, y con el saber hacer de José Moro y su equipo, permite crear un vino con alma innovadora y poso tradicional, la voz de su creador.

Y es así porque es un vino de carácter, que no esconde su elegancia ni su personalidad, redondo y rico en matices, para aquellos que aprecian los vinos con un marcado equilibrio entre fruta y madera y entre la potencia, la calidez y la complejidad. Es un vino que gusta, que comunica, que transmite.

“Hay mucho de José en Malabrigo, y de Malabrigo en José“
«Es un vino que habla de la tierra, anclado a esas raíces profundas que me unen a la Ribera del Duero. Yo me he criado entre viñas y barricas aprendiendo de mi abuelo y de mi padre. Ellos me enseñaron que tenemos una tierra maravillosa y que debemos sacarle el máximo partido cuidándola y mimándola. Y eso es Malabrigo, el reflejo del terroir, de la austeridad y el frío de Castilla, del amor por lo que nos hace grandes. Malabrigo es el vino que siempre he soñado elaborar», afirma José Moro.

Es además, sin duda, una oda al tempranillo, la variedad más emblemática de una Denominación de Origen Ribera del Duero. Esa uva que crecía añada tras añada a la vez que lo hacía José Moro mientras se criaba entre viñedos y barricas. Una uva que le ha acompañado toda una vida y a la que conoce como la palma de su mano.

“La tempranillo no destaca por nada pero lo tiene todo“
apunta el bodeguero.

Malabrigo recoge el carácter de su creador, la tradición que convierte a José Moro en un verdadero sello de calidad, el ADN de su tierra, la versatilidad y personalidad de su uva y una pasión que traspasa fronteras para, como si de una sinfonía se tratase, conseguir el perfecto equilibrio y una armonía que conquista no solo mercados, sino también corazones.